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Retar es el reto

22 Oct

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A principios de mes la revista Cuartoscuro publicó en su versión en línea un texto sobre Itala  Schmelz, recientemente nombrada la nueva directora del Centro de la Imagen (CI). Aunque publicada en la sección de entrevistas, se trata de un artículo panorámico sobre los retos que afrontará la nueva directora, aderezado aquí y allá con algunas declaraciones de su parte. Me queda claro que el texto sirve tres propósitos: dar la bienvenida a la nueva funcionaria, poner a la comunidad fotográfica al tanto de su trayectoria y señalar públicamente, o al menos en el espacio de la opinión pública, los retos a los que se enfrentará su gestión. Este último propósito de alguna manera implica que Cuartoscuro se nombre a sí misma, portavoz de la comunidad fotográfica mexicana; planteamiento que no me molesta, aunque sí me disgusten las conclusiones que de ello se derivan.

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Santiago Serrano

No sé si Cuartoscuro sea la mejor revista de foto a nivel nacional, pero me queda claro que, de entre las que merecen tal nombre, es la de mayor distribución y la que tiene una trayectoria más sólida. Celebro su perenne accesibilidad y su vocación de equidad (entre géneros, tendencias, autores, etc.). Por ello me alarma el conservadurismo que palpita a lo largo de toda la entrevista, pues si ésta es realmente vocera de las inquietudes fotográficas actuales, andamos muy poco actuales quienes formamos parte del gremio.

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Para empezar, por más acertada que me parezca la decisión de Schmelz de poner orden en la casa antes que nada, ello no puede considerarse, a ninguna escala, parte de un proyecto cultural. Pienso que es importantísimo realizar una reestructuración administrativa como la que propone, y concluir, lo antes posible, las obras de remodelación del recinto. Pero la primera acción se trata de una reforma organizativa y la segunda de una acto de elemental justicia arquitectónica. Aplaudo su decisión por impulsar que el CI vuelva a tener el estatus de dirección de CONACULTA, al mismo nivel que la Cineteca o Fonoteca, pero ello no es más que una reivindicación. Reivindicación certera, necesaria y justísima, pero reivindicación al fin y al cabo; la cual además no le corresponde esgrimir a ella, a pesar de que a ella le toque su ejecución. Todos nosotros, quienes integramos el gremio y permitimos que un escaño inferior fuera asignado a la fotografía por debajo de otras disciplinas, debimos desde hace tiempo escocer a las autoridades culturales en torno a ese tema.

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Claudia Hans

También me parece acertada su vocación por dar continuidad a los proyectos (educativos, museográficos y/o culturales) de probada efectividad que el CI ha mantenido durante tantos años; pero precisamente en este punto es dónde empieza a ponerme incómodo el texto. A partir de ahí, y salvo una breve mención al cruce de la foto con otras disciplinas o medios, el artículo se pone peligrosamente conservador. No quiero ser malinterpretado, no niego la aplastante pertinencia de su actual programa de trabajo y del papel que Fotoseptiembre y Luna Córnea, por mencionar algunos proyectos del CI, han jugado en la cultura nacional. No niego nada de esto. Pero hoy, no basta.

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Bertha Cervantes

Acabar con el desmadre, poner fin a las obras, satisfacer reivindicaciones y asegurar más de lo mismo, no es un reto. Será una chinga y será bastante, pero no será suficiente. No pretendo de ninguna manera tener la arrogancia de decir que sí debe de hacerse o cómo es que sí deben de plantearse las agendas culturales. También me parecería absurdo pensar que, con poco menos de un mes en el puesto, Schmelz esté en posibilidades de presentar una propuesta concreta e innovadora de cómo es que debe vivir la fotografía nacional. No es mi punto, ni me atreveré a hacer tales declaraciones refugiado detrás de la pantalla.

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Roberto Tondopó

Y es que el punto, no es Schmelz, ni el CI, sino nosotros. El reto no es de ella, sino nuestro. Estoy seguro de que, respaldada en su trayectoria, Schmelz podrá en pocos meses articular una agenda atractiva para todos los que integramos el medio fotográfico. Pero el verdadero reto, está en nosotros como comunidad cultural, en que logremos reformular nuestro vínculo con la institucionalidad para satisfacer nuestras necesidades. Por ello las conclusiones del artículo en Cuartoscuro me parecen peligrosas por conformistas. Pensar que el reto está en volver a la normalidad, es una solución mediocre. El reto es cómo una comunidad cultural, logra relacionarse con las autoridades para que ambos se adecuen a las circunstancias actuales. ¿Cómo lograremos abrirle espacio a las artes digitales? ¿Cómo reestructuraremos la educación en la realidad multipantallas? ¿Aún vale la pena un sistema centralista como el actual o conviene plantearse una salida como la del Sistema Nacional de Fototecas? Todas estas preguntas y más, son y serán el reto; siempre y cuando quienes integramos la comunidad fotográfica mexicana, lo convirtamos en tal cosa: retar es el reto.

*Todas las imágenes de este texto fueron tomadas del sitio del Centro de la Imagen.

Condensar la desazón

17 Sep

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Sucio de pobreza, un niño mira al suelo y extiende con la mano izquierda la bandera mexicana que sostiene con la derecha. La imagen fue tomada el pasado 12 de septiembre en la colonia «18 de octubre», un asentamiento irregular con más de 15 años de antigüedad, una de las zonas más marginales de Matamoros, Tamaulipas. Ese mismo día, el autor Gastón Saldaña subió la imagen a sus cuentas de Facebook, en dónde acumuló, en tan sólo tres días, casi cuatro mil likes y doce mil compartidos. A pesar de conocer al autor, no llegué a ella por su perfil,  sino por los muros de múltiples amigos, familiares y conocidos facebookeros.  La imagen era presentada por todos ellos como una especie de condensación de un sentimiento generalizado o por lo menos bastante común: una especie de desazón patria que va desde el sutil desencanto al encabronamiento iracundo.

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A pesar de su aparente ubicuidad, dicho sentimiento pertenece a un grupo muy concreto de mexicanos: aquellos molestos por la situación nacional. Una descripción tan ambigua se justifica únicamente por la enorme diversidad de fenómenos que cualquiera podría nombrar como componentes de nuestra debacle, desde las reformas energética, educativa y fiscal, hasta la silenciosa continuidad de la guerra contra el narco. Por supuesto, no todos quiénes integramos este grupo valoramos de la misma manera los fenómenos mencionados; sin embargo todos nosotros reaccionamos a ellos animados por la costumbre, impulsada por nuestro añejo nacionalismo, de considerar que septiembre es «el mes de la patria». En semejante contexto, el éxito de la imagen es fácil de explicar.

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Más allá de las circunstancias actuales, la fotografía cuenta con diversos elementos que favorecen su efectividad.  En términos de iluminación y composición tiene una precisión envidiable. Digo precisión y no perfección, pensando que no existe tal cosa como la elaboración perfecta de una imagen, sino decisiones más o menos pertinentes según el objetivo del autor. Por otro lado, cuenta con una alta calidad estética, cuyo perfil o personalidad NO es la del documentalismo tradicional. Aquí podemos ver tonos, texturas y contrastes característicos del HDR, más usuales en las puestas en escena con fines publicitarios o comerciales.

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La imagen tiene varios guiños interesantes. El niño parece extender la bandera para arroparse con ella, remitiéndonos al heroico suicidio de Juan Escutia. Más allá de la risible fábula que son los Niños Héroes en la Historia Nacional, lo cierto es que la imagen del heroico cadete que se arrojó al vacío, ha permeado profundamente en nuestros valores personales asociados a lo heroico, lo patrio y la relación entre ambos conceptos. Este niño nos recuerda ese sacrificio, que en su caso parece ineludible y obligado, forzado por la miseria económica.

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Voluntaria o involuntariamente, el gesto del niño también tiene una fuerte semejanza con otro de los grandes sacrificados siempre presentes en la mentalidad nacional. No puedo evitar ver en esos brazos extendidos y en la cabeza gacha, la imagen de Jesús de Nazaret. A pesar de la supuesta laicidad nacional  y de la existencia de los millones de mexicanos que no practicamos ningún tipo de culto, debemos aceptar que muchos de los valores, costumbres y prácticas consideradas como «nacionales» guardan fuertes vínculos con el ejercicio del catolicismo. El asociar la infancia con la esperanza y el pensar la prosperidad futura condicionada al desarrollo exitoso de los niños de hoy, son ideas emanadas de la parte cristiana de la Biblia. Me parece que estas dos ideas están presentes en una gran parte de quienes se sintieron tocados por esta imagen.

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Hay algo más que encuentro interesante en la fabricación de esta foto: en su cuenta de Facebook, algunas horas antes de publicar la imagen, Saldaña anunció «salgo a tomar fotos me voy con una bandera de México y a ver que sale!».  Este gesto me recuerda inevitablemente aquellos efectuados por Yevgeni Jaldéi y Joe Rosenthal, en sus fotografías de Berlín e Iwo Jima respectivamente. Ambas imágenes han recibido fuertes críticas históricas por su calidad de puestas en escena, lo cual contrasta con la lectura de la foto que nos ocupa. Aquí el montaje es evidente y no parece molestar en lo absoluto a ninguno de los lectores de la fotografía. La foto es a sabiendas fabricada y, a los ojos del espectador, ello no le resta en absoluto ningún tipo de calidad informativa.

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Esta fotografía fue muy bien recibida por un buen número de consumidores de imágenes. En este texto quise evidenciar cómo su éxito se dio a pesar de, o gracias a que, no cumple con los cánones del documentalismo tradicional. No es foto directa, no fue difundida por medios masivos de comunicación y no se alinea con las normas estéticas de la imagen documental más usual. El resto de imágenes que ilustran este artículo forman parte del trabajo de Saldaña en la colonia «18 de octubre», con todas ellas logra condensar la desazón que se ha vuelto tan usual para muchos de nosotros.

Que no panda el cúnico o la supuesta falsedad de la fotografía de Paul Hansen

14 May

Entierro en Gaza, Paul Hansen, 2012

El día de hoy el periódico Excélsior publicó una nota en donde asegura que es falsa la fotografía con la que el sueco Paul Hansen obtuvo el galardón 2013 de World Press Photo. Hoy mismo la prestigiada asociación holandesa emitió un comunicado en donde pone fin a las especulaciones y aclara su postura ante el asunto.

La indignación y el debate sobre la posible falsedad de la imagen, surgieron entre nosotros a gran velocidad. Con la misma rapidez debiera ahogarse, pues con los puntos sobre las i’es, no hay más tema que discutir; sin embargo, tiendo a pensar que esto no sucederá. La nota de Excélsior apareció por la mañana y a lo largo de todo el día he podido ver su reproducción en redes sociales acompañados de socarrones «tenía que ser!» y molestísimos «que le quiten el premio!!!». Aunque desde las 13:00 hrs (aprox.) el comunicado de WPP está disponible en línea, este ha sido mucho menos reproducido que las notas difamatorias hacia Hansen.

Me preocupa que a pesar de los graves errores de la nota de Excélsior, la mayor parte de los integrantes de nuestro gremio se quedaron únicamente con lo más básico y amarillista de la nota: «Paul Hansen editó la fotografía superponiendo hasta tres instantáneas en una sola para impresionar a los jueces y llevarse el premio.» ¿A qué tipo de errores me refiero?

1) La nota es absolutamente tendenciosa. Yo no creo en la objetividad, me parece que en cualquier acto humano hay implícita una toma de postura y que no puede escribirse, ni fotografiarse, sin imprimir una huella personal en la obra final. Aunque no creo en la objetividad, si creo, y espero y deseo, la imparcialidad. Ésta no es otra cosa que la noción de justicia más elemental, la voluntad de otorgar a todas las partes, en un dilema irresoluto, la misma oportunidad para expresar su punto de vista. La nota de Excélsior no lo hace, no menciona en ningún momento las aclaraciones previas de Hansen ni de WPP e incluso omite que, en la misma ceremonia de premiación, el fotógrafo admitió haber manipulado la imagen.

2) La nota utiliza inapropiadamente lenguaje técnico con el fin de reafirmar su postura. Con frases como «a foto en RAW fue complementada en tres tiempos distintos» o «se modificó la imagen por regiones en Photoshop» da la impresión de sustentar con sólidos argumentos la falsedad de la imagen, sin embargo, para el público en general estas frases significan muy poco. El comunicado de WPP explica detenidamente como, aunque estas afirmaciones son ciertas, ello no implica la modificación sustancial del contenido de la imagen.

3) La nota tiene un pésimo sustento de fuentes. Está basada en el artículo publicado por una escuela virtual de periodismo, que a la vez se fundamenta en un blog que utiliza como fuentes el blog personal de un perito. Adicionalmente afirma hechos completamente falsos como que Hansen se rehusó a entregar el archivo RAW o que WPP anularía el galardón.

Cualquiera que hubiese reparado en estos errores, desconfiaría de manera natural y casi en automático de la nota, sin embargo casi ninguno de nosotros se detuvo a reflexionar sobre la información proporcionada y simplemente la dimos por cierta por provenir de un medio de renombre nacional o por ser enunciada por un grupo de expertos (argumentum ad verecundiam). Como integrantes del gremio fotográfico, ya sea como creadores, teóricos, curadores o espectadores, nuestro deber es mantener una postura crítica ante cualquier argumento que se nos presente. Si no podemos hacerlo ante la discusión del trabajo de uno de nuestros colegas, ¿cómo esperamos hacerlo ante otros temas?

Dormir con judas

8 Mar

El 24 de febrero de 1955 en Barcelona nació Peter Ameisenhaufen, un naturalista alemán dedicado a la clasificación taxonómica de exóticas especies. Ese mismo día, en esa misma ciudad española, nació el coronel Ivan Istochnikov, cosmonauta soviético desaparecido en medio de la Guerra Fría. También vio la luz el reportero que desenmascaría a los monjes de Valhämonde, el arqueólogo descubridor del hydropitecus, el fabricante de googlegramas, el fotógrafo y el teórico Joan Fontcuberta.

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Ganador del Premio Hasselblad de este año, él es todos y uno. Fontcuberta es un hombre que no aterriza fácil en ninguna categoría. Camaleón incansable, transita entre la imagen, el texto y las artes performáticas, fungiendo como curador o estudioso cuando no como creador y personaje. Activo desde hace más de 30 años, su trabajo se ha dedicado a explicar las relaciones que como personas, comunidades y sociedades establecemos con la fotografía; particularmente en el vínculo entre la verdad y la imagen fotográfica, el cual aprendimos a pensar como inevitable.

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A esa lectura casi forzosa, esa mirada que socialmente convertimos en natural, la llama el beso de judas, saliva bebida con los ojos que en amoroso gesto nos traiciona. Se nos ha ofrecido como cierto y verdadero lo falso y mentiroso, como congénito lo inoculado; Fontcuberta nos confronta con la percepción y perspectiva construida desde el nacimiento mismo de la fotografía. Desde Hippolyte Bayard hasta Cindy Sherman, muchos autores han cuestionado esa idea, pero pocos desde tantos frentes distintos. Su multiplicidad no radica en la cantidad de proyectos, sino en la variedad de papeles desempeñados y en la capacidad de ir más allá de la imagen fotográfica incursionando en terrenos cercanos al performance para convertir al medio, al espectador, a los dispositivos de interacción e incluso al imaginario colectivo, en parte de la obra.

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Fontcuberta creó al taxónomo Peter Ameisenhaufen descubridor de múltiples y fantasiosas especies. Como fotógrafo elaboró imágenes de bestias híbridas, bautizándolas con la nomenclatura de Linneo. Puliendo delicadamente cada detalle visual, nos muestra a las criaturas en movimiento, en su estado salvaje, interactuando con el falso científico. No se quedó ahí. Elaboró dibujos anatómico-descriptivos de los animales, montó un imaginario gabinete de trabajo, redactó día a día los diarios de viaje del viajero nonato y mediante conjuros taxidérmicos se hizo con los cuerpos de las especies descritas. Todo esto lo exhibió en el Museo de Historia Natural, anunciando con bombo y platillo su magna burla del poder que conferimos al matrimonio de la fotografía y el museo, cuestionando artística y humorísticamente la supuesta validez del conocimiento científico.

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En otro proyecto infiltró en una reserva geológica de la Alta Provenza, varios fósiles de sirenas, bautizándolas como hydro pitecus. Apoyándose en las abundantes leyendas locales, obligó a los espectadores a confrontarse con la paradoja de aceptar como verdad un ser y un hecho mitológicos, simplemente por estar validados por la arqueología moderna. De vocación siempre pedagógica, Fontcuberta no inventa para engañar; no oculta, devela, diciendo mentiras para contar verdades. De manera similar se condujo al autorretratarse como el coronel Ivan Istochnikov (traducción rusa de su nombre) para el proyecto Sputnik. En dicha ocasión se dedicó a narrar la vida de un astronauta ruso, caído en desgracia en plena carrera espacial, perseguido por el poder y desaparecido misteriosamente.

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Pocos escriben tan bien con la luz, como con la tinta y las principales obras de Fontcuberta, El beso de judas y La cámara de Pandora, son ya libros fundamentales para entender el panorama de la fotografía después de la fotografía; a él debemos también la elaboración del Decálogo postfotográfico. Fiel a los planteamientos de sus textos, ideó los googlegramas. Se trata de fotografías icónicas de nuestro tiempo, reconstruidas como mosaicos de imágenes descargadas de google. Para ello el autor ideó un software que le permite integrar el mosaico únicamente con fotografías que responden a cierto criterio de búsqueda. Con ello cuestiona las lecturas monolíticas que realizamos de las imágenes más relevantes de hoy, reafirmando el papel de las lecturas polisémicas en el universo digital.

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El reconocimiento obtenido, la validación internacional por el llamado nobel de la fotografía, es un premio a su versatilidad camaleónica y, por lo mismo, una reconocimiento a todas las disciplinas, perfiles y maniobras de quienes pertenecemos al mundo de la imagen. El premio constituye un desafío a las concepciones tradicionales de la fotografía y redefine al autor del mundo audiovisual, como un ser necesariamente polifacético y multidisciplinario. Ya sea como fotógrafo, como curador, teórico o especialista del fraude, Fontcuberta devela y exhibe nuestra devoción fotográfica, nuestra pasión desmedida y religiosa por un mecanismo de comunicación que erigimos en mecanismo de verdad. Con cada imagen, texto o montaje, nos muestra el beso de Judas que transformamos en caricias pródigas y cotidianas. No bastó un sólo beso, preferimos dormir con Judas. Enhorabuena por un reconocimiento tan merecido y por las implicaciones futuras que esto tendrá en el mundo de la imagen.

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Festejando a Santa Cecilia

23 Nov

Tengo fuertes tendencias sibaríticas. Me vuela y apasiona todo lo que produce placer y dedico importantes momentos de vida a entregarme a él. Quizás por ello paso tanto tiempo escuchando música. Música de todos tipos, rock, pop, corridos, lenta, sencilla, música gorda, salada, tonta o bajita, música de todas formas que escucho desde que me amanece hasta que logro echarme de nuevo en la cama.

 

Dado que este blog está dedicado a la fotografía he decidido dedicar una entrada hoy, día de música, a la unión entre ambas. Según la tradición cristiana, este día nació Santa Cecilia, mártir romana que murió cantando cuando los esbirros del césar trataron de asfixiarla en los hornos de su casa. En honor a ella se nombró el 22 de noviembre día de la música y su figura fue consagrada como patrona de los músicos.

 

Siendo ese el caso, les dejo aquí unas pocas canciones sobre la fotografía. Siendo este mi blog, elegí únicamente mis favoritas, acompañadas de una breve explicación. Espero que las disfruten.

 

«Into the lens» de la leyenda británica Yes. Es una hermosa analogía entre el acto fotográfico y el amor. Pareciera inspirada en las ideas de Susan Sontag, para quien tomar una fotografía es siempre un afán por adueñarse de algo. Aquí puedes leer la letra.

 

 

«Pictures of Lily» de The Who. Una hermosa canción que habla de como todo lo fotografiado se vuelve eterno, a la vez inmortal y atemporal en un simulacro de papel emulsionado.  Aquí puedes leer la letra.

 

 

«Camera talk» de Local Natives. Me fascina por evidenciar hasta que punto la fotografía ha permeado en nuestras vidas. Frente a los grandes momentos de nuestras vidas, nos detenemos, cerramos el obturador de nuestras pestañas y recordamos fotográficamente.  Aquí puedes leer la letra.

 

 

«El retrato de Manuela» de Chava Flores. Mi favorita porque habla de mi tema de investigación, la fotografía coloquial. En ella la foto es entrega, reliquia de la vida cotidiana, más que de la posesión de Sontag, hablamos de la apropiación. Aquí puedes leer la letra.

 

 

Para cerrar les dejo una canción cursi y boba, pero linda. Tres adjetivos que creo que pueden aplicarse a millones de fotos en nuestros álbumes familiares o en nuestros perfiles de facebook. Los dejo con «Kodachrome» de Paul Simon.

 

 

 

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Guernica en Oriente Medio

17 Nov

Picasso en Oriente Medio

En los últimos días el conflicto en Gaza se ha intensificado. Dentro del infierno que es todo conflicto armado, en el noveno círculo habitan y se reproducen quienes han vuelto las armas contra los civiles.

En 1937 Pablo Picasso pintó la hermosa Guernica, como protesta ante el despiadado ataque a la población civil por parte de los ejércitos fascistas.

Hoy en día formamos parte de la Revolución Digital, conociendo imágenes de todo el mundo, breves momentos después de haberse producido. Hoy en día los conflictos siguen vivos y los inocentes mueren tan cruenta y tan abundantemente, como a principios del siglo pasado. Esta imagen fue realizada completamente con un Iphone 4s, a partir de una de la fotografías más difundida del conflicto en los últimos días (pueden verla al dar click en la imagen). Que quedé aquí como protesta y como un modesto homenaje a Picasso, artista que nos mostró el poder de la imagen para alzar la voz.

Las venas abiertas

4 Jun
Publicado originalmente el 1º de marzo de 2011.


Sólo despacio puede caminarse sobre los escombros. Lento, una familia, o un grupo de vecinos o quizás un grupo de desconocidos, se desplaza cabizbaja entre las ruinas. Una nube de polvo y humo ocultan las perspectivas y el horizonte.
Lo que fue avenida, acera, muro, sólo es pedacería urbana e inservible. Trozos de ciudad revueltos en el deshuesadero de la vida cotidiana: muebles, cables, barandales, letreros de la calle.
En un principio podría ser cualquier catástrofe en cualquier lugar del mundo. A pesar de ello el subdesarrollo late en imagen, en los postes de luz que denotan una pobre infraestructura, en ese carcomido que todos los edificios parecen exhalar desde antes de la tragedia. Se intuye en la imagen que no se trata de Londres o Tokio, sino de Kabul o Nueva Dehli, de Kigali o Mogadiscio.
En esta fotografía asistimos a la ruina de Puerto Príncipe, devastada por un sismo de 7 grados en la escala de Richter el 12 de enero de 2010. Haití se sacude hasta derrumbarse. En el país más pobre de América se rasga y destroza el suelo y la vida de miles de personas. La ciudad se vuelve inservible. Pierde su habitabilidad y su posibilidad de lo cotidiano. Se convierte en un lugar donde no se vive, aunque en ella se sobreviva.
La imagen nos muestra el martirio de los que quedan. Aunque concedo que pueda estarse mejor vivo que muerto, ello no implica el milagro de la supervivencia, el bienestar en el sobrevivir. Vivir para contarla, salvarse para ser un exiliado en tu propia ciudad, en tu propio país; vivir para enterrar a los muertos y para reconstruir la vida de los vivos, para pasarse una eternidad añorando y tratando de seguir adelante. Así caminan los personajes de la imagen. Así llevan su miseria de forzados nómadas urbanos.
Con esta imagen Daniel Aguilar obtuvo el Premio Rey de España en la categoría de Fotoperiodismo de la edición 2010. La fotografía pertenece a la serie Las venas abiertas de Puerto Príncipe publicada en la revista MX tan sólo unos días después del sismo. El jurado destacó la gran intensidad de la imagen de Aguilar, que «capta con enorme fuerza plástica la desolación y el drama humano vividos en Puerto Príncipe después del terremoto.»
Con esta fotografía asistimos a la miseria, a la tragedia más honda, a la implacable fuerza que en breves momentos arruina (convierte en ruinas) la vida de miles personas, de un país entero. En ella podemos ver realmente las venas abiertas de Puerto Príncipe, venas que, rotas, sangran sobrevivientes.
Más allá de lo visual, el título hace referencia a Las venas abiertas de América Latina, libro mítico de Eduardo Galeano cuyo contenido resignifica por completo la imagen de Aguilar. Publicado por vez primera en 1971, en un momento de fuertes choques políticos y sacudidas sociales en toda América, el ensayo de Galeano recapitula la historia de sus pueblos poniendo énfasis en la explotación de la ha sido objeto el continente. En el contexto de las distintas movilizaciones sociales latinoamericanas, enfrentadas a las dictaduras militares de aquellos años, el libro se convirtió en un ícono de la resistencia, en un emblema de la oposición al capitalismo salvaje. Galeano se enfoca en la forma en que el saqueo sistemático de los recursos naturales, es causante directo de la pobreza, hambruna, desigualdad y miseria que aquejaban, y aún aquejan, a América Latina.
Por supuesto Haití forma parte de la obra. Galeano narra la despiadada producción de azúcar durante la colonia, obtenida y comercializada por medio del trabajo esclavo; la sangrienta guerra librada para conseguir la independencia nacional y el posterior bloqueo económico que padeció la isla por parte de Inglaterra y Estados Unidos. Describe el ingreso de Haití en el mercado internacional, la preferencia dada al cultivo de caña y café, relegando la siembra de productos de consumo nacional; la sumisión ante la voluntad del mercado estadounidense, maquilando masivamente productos como cassettes y pelotas de béisbol; el régimen despótico de los Duvalier y la miseria sofocante del país más pobre del hemisferio occidental.
Al elegir el título Las venas abiertas de Puerto Príncipe, Daniel Aguilar hace referencia al contenido del libro de Galeano, a la pobreza crónica del pueblo haitiano. Las fotografías van más allá. No sólo muestran la catástrofe telúrica, sino la forma en que la magnitud del sismo se engrosa por la miseria que la isla viene arrastrando desde hace siglos.
El resto de las imágenes lo reafirma. Una hilera de sobrevivientes espera, sometidos por una pobreza totalitaria, en una fila interminable; un soldado mira, y nosotros miramos en el reflejo, la miseria que queda tras el saqueo sísmico; un hombre es extraído de la humildad absoluta de los escombros; un muerto yace en el suelo y quienes quedan huyen sin poder escapar de la pobreza exacerbada impuesta por el terremoto y por la Historia.
La catástrofe va más allá del sismo. La fotografía galardonada nos muestra las venas abiertas de Puerto Príncipe. El pauperismo late en la imagen de una calle que nunca fue esplendorosa, de unos edificios que antes de derrumbarse sólo conocieron el salitre y el carcomer del subdesarrollo. La ciudad se desangra. De las heridas brotan los náufragos telúricos, que son también los náufragos de su pobreza.





Links de interés:

La foto más cara

4 Jun

Publicado originalmente el 15 de noviembre de 2011.

El 8 de noviembre una foto de Andreas Gurzky, artista alemán, fue vendida en 4.3 millones de dólares en una subasta de la galería Christie’s de Nueva York. Tomada en 1999, en la ribera del Rin, la imagen muestra el devenir del río, rodeado por el pasto, con una paleta de colores muy escasa. Se trata de la copia 1 de 6 imágenes existentes, impresas en gran formato y firmadas en el reverso por el autor, dos de las cuales se encuentran en el Museo de Arte Moderno de Nueva York y en Museo Tate de Londres. Es, en estos momentos, la fotografía más cara de la historia.


Rhein II, Andreas Gursky, 1999

Lo escueto de la imagen y lo exorbitante de la cifra traen a colación distintos cuestionamientos: ¿a poco esa imagen vale tanto dinero? ¿en qué se diferencia de otras similares tomadas por cientos de fotógrafos o de aficionados a la fotografía? ¿se trata sólo de una maroma más de un mercado que, como todos los mercados, especula con los precios y valores de las mercancías (en este caso las obras de arte)? Los juicios y respuestas a estas preguntas han sido variadas, hay quienes consideran la pieza y su venta como un fraude y un insulto a lo que auténticamente puede considerarse artístico, otros opinan que la obra forma parte de una innovadora forma de fotografiar que incluye su auténtica valoración en el mercado del arte. Por supuesto entre ambos extremos prolifera una gran cantidad de matices.

No es la primera vez que presencio un debate similar. En numerosas clases en la Universidad y cada vez que asisto a una exhibición de arte contemporáneo el debate sale a la luz, normalmente cuando alguien molesto escupe la frase “¿Esto es arte?”. Comienza entonces un dale que dale de dimes y diretes, que si sí, que si no, que si tiene que ser bello, conceptual, crítico o reflexivo, si se llama arte si está en un museo o si es la historia quien lo pone en su justo lugar. Las más de las veces la discusión no se resuelve y termina con el reconocimiento del legítimo derecho de cada uno a opinar lo que le dé su chingada gana.

Modestamente me permito expresar algunas reflexiones al respecto, sobre todo en torno al papel que la millonaria venta de Gursky juega en este debate.

Primero me parece importante situar a la susodicha en el contexto actual. La foto de Gursky no puede leerse únicamente a partir de sus cualidades estéticas. Yo, como muchos, pienso que ésta es poco elocuente, boba y visualmente poco interesante, sin embargo puedo encontrar en ella varias características del arte pos-moderno. Para un amplio sector del arte actual, aquello que se señala y se nombra como arte, ES arte (ojo, esta operación no necesariamente viene del artista). De manera similar el que la obra te inquiete es parte del proceso de la obra y ésta sólo tiene sentido en función de lo que lo antecede, del espacio (físico e histórico) en que se exhibe y de un código que no está contenido dentro de la obra misma. En pocas palabras la imagen de Gursky puede considerarse artística en función de la trayectoria del autor y del papel que éste ha desempeñado en la historia de la fotografía al cuestionar los cánones establecidos de la perspectiva, el motivo y la composición en la imagen fotográfica.

Además debemos aceptar que cómo público del arte no tenemos ningún tipo de participación en lo que se denomina o no como tal. Aún cuando podamos decidir qué del arte nos atrae o nos repele, no estamos invitados a participar en su definición. Si no somos nosotros los que definimos, entonces quiénes. Muy fácil: los museos, los académicos, los coleccionistas y los artistas. Todos juntos son capaces de discernir que sí o que no constituye una obra de arte sin tener que explicar de manera lógica por qué. No voy a extenderme en las razones de esto, simplemente diré que es consecuencia de un complejo proceso histórico que viene escenificándose desde mediados del siglo XIX que incluye el surgimiento de los museos como una institución pública, la profesionalización de las reflexiones teóricas en torno al arte y el ingreso del arte a los mercados financieros a partir de su distanciamiento con los poderes políticos y eclesiásticos.

Entonces, ¿dónde quedamos los que miramos? Creo que como público nos corresponde trascender la experiencia estética, ir más allá de lo que me gusta y no me gusta, pasar por encima de lo que se ve en la obra buscando desentrañarla. Nos corresponde leer más que mirar, dialogar con el arte en la búsqueda por construir significados. No quiero decir que todos debamos tener una experiencia académica frente a la obra, pero sí una experiencia reflexiva. Ello me parece fundamental para que el arte siga teniendo algún sentido en la sociedad actual.

Por ello me parece problemática la multimillonaria venta de Gursky. Es tan grande la cifra, tan monumental y desorbitada, que termina por ser inabarcable y por volverse hueca, lo cual impacta directamente en nuestra posible digestión de la obra. “Una muerte es una tragedia, un millón de muertes es una estadística”. Esta frase atribuida a Josif Stalin resume el impacto que, creo, la excéntrica venta produce en todos nosotros. Lo escueto de la imagen y lo exacerbado de la cifra generan en nosotros un estado de incomprensión, de no pertenencia, de distanciamiento y ausencia. Nos cuesta trabajo anclar una cifra de ese tamaño en una obra concreta, tangible, impresa en papel y colgable en una pared. Las ventas multimillonarias del mercado del arte generan un distanciamiento entre el público y la obra dificultando con ello la percepción de los contenidos y la construcción de significados, disminuyendo (o aniquilando) la función del arte para el espectador y con ello el sentido del arte para la sociedad.

Fotoperiodismo con iPhone

4 Jun

Publicado originalmente el 17 de febrero de 2011.



Hace un par de días el Reynold
s Journalism Institute de Columbia, entregó el Premio internacional a las fotografías del año (POYI, por sus siglas en inglés). En
la categoría dedicada a la prensa diaria fue nombrado ganador Damon Winter, fotógrafo del New York Times.


Dado que el galardón premia el trabajo reali

zado a
lo largo de todo un año, el sitio muestra múltiples imágenes que Winter realizó en diversos momentos en distintos lugares del mundo.

Llama la atención una serie que retrata la vida de soldados de la 10ª División del ejército estadounidense, realizada en Noviembre de 2010 en el norte de Afganistán. La serie ha desatado polémica pues fue ejecutada por completo utilizando un iPhone. Más específicamente, utilizando la aplicación Hipstamatic Prints. El resultado son fotografías con variaciones en los tonos, bordes viñeteados y una fuerte carga estética nostálgica.




Este mismo conjunto de imágenes obtuvo el tercer lugar en la categoría de historia visual del POYI.
La manufactura de la serie ha destado un amplio debate en EEUU en torno a la siguiente pregunta:
¿Puede validarse como fotoperiodismo una serie fotográfica que ha sido deliberadamente alterada a través de herramientas digitales?
La intención de este post es abrir el debate entre nosotros.
La solución del debate es en apariencia sencilla: no existe diferencia entre el iPhone y una cámara. Tampoco la hay entre la aplicación Hipstamatic y el uso de filtros, teleobjetivos, viseras y cualquier otra herramienta que el fotógrafo utilice para realizar la toma fotográfica.
El género se define por el mensaje que contiene, por el uso social y público que se le da a una imagen, y no por el medio mediante el cual se produce.
Sin embargo una gran cantidad de fotógrafos aceptará como fotografías periodísticas únicamente aquellas imágenes que procedan de una toma directa, «no manipulada» o que sólo incluya modificaciones o manipulaciones que se realicen antes de la toma fotográfica o durante la toma misma. Algunos de los más ortodoxos ni siquiera aceptarán esto y también renegarán de cualquier manipulación posterior.
La aplicación Hipstamatic toma la imagen y después la modifica con las especificaciones señaladas previamente por el usuario. Es en estricto sentido una manipulación posterior de la imagen, aún cuando el fotógrafo conozca de antemano el tipo de modificaciones a realizarse.
Si se vale con Hipstamatic ¿por qué no se vale con Photoshop?
Se puede argumentar que la manipulación es válida, con Hispstamatic, con Photoshop o en el laboratorio, siempre que el fotógrafo no añada ni sustraiga información. Pero ¿no son información los tonos, las sombras, las texturas? ¿No cambia acaso lo que nos dice una imagen si tiene más o menos grano, si los colores son menos vivos o la imagen aparenta ser más antigua?
Quizás sólo se está validando el uso de Hipstamtic porque genera la apariencia de producir una toma más directa.
¿Tú qué opinas?










Reuter vs Twitter

4 Jun
Publicado originalmente el 12 de enero de 2011.

Comienza a ser un lugar común el hablar de la nueva importancia que las redes sociales tienen en la actualidad. Noticieros, analistas, académicos, revistas y hasta películas, no dejan de recordarnos el papel fundamental que twitter y facebook (por hablar de las dos más relevantes) desempeñan en nuestras vidas cotidianas.


Como parte de este aluvión, el primero de enero de este año, el diario español ABC, en su versión en línea, publicó una breve nota sobre dos fotografías de la tenista Kim Clijsters. La nota, titulada “Una fotografía, dos ángulos distintos”, muestra dos imágenes: una tomada por un fotógrafo de la agencia Reuters y otra realizada por la misma Clijsters, con su celular.




El texto es breve y más bien bobo. Celebra la alegre coincidencia que nos permite ver una misma imagen de Clijsters y su rival, desde dos ángulos distintos. Casi de pasada, la nota refiere que la fotógrafa/tenista tomó la foto para subirla a su twitter.

En este mínimo detalle, está el verdadero interés de esta noticia.


En casi todas las redes sociales la fotografía ha tenido un papel central. En un principio como parte del perfil que permitía la identificación, singular y única, de los usuarios. Más adelante se logró, y ahora nos parece casi indispensable, que los usuarios pudieran compartir fotografías en tiempo real con todos los otros miembros de la red.


Clijsters tomó una fotografía y en sólo unos instantes la compartió con cerca de 62,000 personas. ¿Puede esto afectar a Reuters?


Por supuesto la imagen de Clijsters no representa desafío o problema alguno para la renombrada agencia. La imagen realizada por la tenista es de mala calidad, el tema es bastante banal y en todo caso Reuters cuenta con más seguidores en twitter que Clijsters (la agencia cuenta con más de 347,000).


El fotoperiodismo no está, ni estará, amenazado por las redes sociales. Siempre tendrá mejores herramientas, mejores fotógrafos y mejores medios, pues no sólo cuenta con aquellos que puede comprar el dinero, sino también con todos los medios gratuitos que usamos el resto de ciber usuarios.


El fotoperiodismo no desaparecerá, pero puede que si tenga un hijo bastardo. Bastardo porque no será realizado por fotoperiodistas sino por el resto de cibernautas. Seamos sinceros tomar fotografías no te convierte en fotógrafo, del mismo modo que escribir no te convierte en escritor, sin embargo, ello no quita la capacidad expresiva y crítica que cualquier persona puede lograr usando una cámara fotográfica (o un celular con cámara).


En vez de vaticinar el fin del fotoperiodismo, pienso anunciar el alegre nacimiento de un extraño híbrido en donde el ciudadano común, utilizando las herramientas provistas por las redes sociales y las tecnologías actuales, realizará imágenes críticas y analíticas, logrando con ellas reflexionar colectivamente sobre la realidad.


Para muchos esta aseveración parecerá absurda. Me dirán que la gente toma fotos de sus novias, de letreros graciosos en las aceras, de amigos borrachos en el sillón. Cierto. Pero también al principio los usuarios atiborraban sus perfiles y muros de sandeces y banalidades (muchos aún lo hacen), y poco a poco algunos fueron tornándose más reflexivos y críticos. ¿Cuántos de nosotros no usamos nuestros perfiles como lugar de cavilaciones académicas o artísticas, de reflexión política ciudadana o incluso de activismo moderado?


Las imágenes que pululan por las redes sociales tienen además las enormes ventajas de la inmediatez y la velocidad, gozando (y padeciendo) la ausencia de cualquier tipo de filtro. Alguien toma una foto y ésta puede ser vista por miles de personas en cuestión de minutos, sin que tenga que pasar por el tortuoso que camino que implica el lograr la difusión de una imagen a través de los medios masivos de comunicación.


En las últimas 24 horas los sitios web mexicanos han publicado más de 900 notas sobre facebook y más 1800 sobre twitter.* La influencia las redes sociales es clara en nuestra vida diaria. Es hora de que los usuarios nos adueñemos de ellas a través de la imagen, de la fotografía crítica y reflexiva. Aprovechemos las redes sociales y las nuevas tecnologías , que nos permiten expresar nuestras opiniones y reflexiones, por medio de fotografías, compartiéndolas con miles de personas.















*Incluye la publicación en diarios y revistas, agencias periodísticas, canales televisivos y de radio, así como sitios web con sección de noticas (tales como Terrra o Hotmail). Los datos fueron extraídos aplicando diversos filtros al buscador de Google.